Grabando la realidad: Frans Mesereel
Al abrir un ejemplar de La ciudad nos damos cuenta de que no dice nada. No tiene una sola línea narrativa, no hay un “érase una vez”: nada. Es un libro mudo y monocromo como las películas hollywoodenses anteriores a la Gran depresión. En lugar de palabras, hallamos imágenes anfitrionas de nuestra interpretación y libre albedrío para contar lo que vemos como nos plazca.
Inmediatamente se suceden ante nosotros imágenes saturadas de patrones que se repiten hasta el final. Estos patrones son personas, edificios, smog, máquinas, concreto y negritud. En las imágenes del laberinto citadino distinguimos obreros de semblante exhausto, así como gente de bastón y sombrero que mira los aparadores de los grandes almacenes. Observamos a una mujer que vende flores afuera de un lujoso restaurante mientras carga a su hijo. Un lanzallamas atrae la atención de los transeúntes. Personas que miran a unos sin advertir que ellos mismos son mirados por otros. El placer, el dolor, la austeridad, la opulencia; todo cabe en la ciudad. En la fusión que lo resume todo, una mujer le ofrece su miseria a un hombre poseedor del dinero necesario como para matarle el hambre por un día.
La ciudad, como la vida misma de Masereel, está marcada por el contraste. Él, hijo de una familia sin complicaciones económicas, se interesaba por los problemas sociales; sobre todo, por aquellos de la clase obrera. En tal contexto, no hubo nada mejor que el grabado para contar su historia.
El arte del grabado representa en sí mismo un retruécano en el que debe dibujarse sobre una superficie —madera para este caso— hacia la derecha para que la imagen se proyecte hacia la izquierda y viceversa. Lista la superficie, a ésta se le debe “sacar” la sección destinada a permanecer en blanco en la pieza final; así, paradójicamente, la parte no trabajada resulta la protagónica, toda vez que sobre ésta se adhiere la tinta que hará posible la imagen final.
101 grabados componen La ciudad, la obra más destacada del artista belga Frans Masereel. Sus novelas exploran la condición humana de principios del siglo XX. Reflejo del circo a la intemperie que ya perfilaba en esos años y que hoy podemos contemplar en cada esquina. Masereel, sin más palabras, grita su visión del hombre a través del silencio de la imagen.
«Reseña escrita por Gamaliel V. González, El Péndulo Perisur»
La ciudad es uno de los libros que más ha influido en el cómic y la novela gráfica del siglo XX. Esta novela sin palabras, publicada en 1925, fue realizada con grabados en madera y ha sido considerada por artistas como Will Eisner una obra maestra absoluta del arte del pasado siglo.
Masereel representa escenas de la vida cotidiana de una ciudad enmohecida por el hollín de las fábricas y la oscuridad de la pobreza. Este ambiente contrasta con el brillo y la majestuosidad de las zonas ricas de la misma urbe. Hombres de capa y sombrero, obreros de rostros enjutos, prostitutas y damas de la alta sociedad son parte de los habitantes de este libro.
"Una parte importante de la historia secreta de los cómics."
Art Spiegelman
"Sus obras son tan extrañamente convincentes, tan sentidas, tan ricas en ideas que uno nunca se cansa de mirarlas."
Thomas Mann
Advertencia: Las existencias de nuestro sistema no son precisas al 100%, por lo que antes de dirigirte a una de nuestras sucursales, te recomendamos que llames por teléfono para confirmar su disponibilidad.