Gould, Glenn / Roberts, John (ed.) / Guertin, Ghyslaine (ed.)
Reducir el enigma de Glenn Gould a una insólita ejecución de Bach multiplicada por una silla paticorta e incontables extravagancias es dejar en la sombra muchas facetas del intérprete que nos enseñó a repensar la música para piano mientras elogiaba las volutas melódicas de Petula Clark, el forajido que profanó a Mozart con una irreverencia tan sacrílega como la desplegada por el propio compositor cuando era un alegre prodigio, el lunático que sólo se obedeció a sí mismo (que sólo escuchó la voz de sus manías) para ofrecernos así el obsequio de una intensidad muy rara vez logradas frente a un teclado.
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