"El poeta es sacerdote", aseguró Novalis, como un atributo para todo poeta, aunque suponemos que específicamente aplicado a los de su generación romántica. Si bien es interesante esa aseveración. Novalis no se estaba refiriendo a los sacerdotes poetas como san Juan de la Cruz o san Bernardo, y nosotros no vemos en esa idea a los modernos Lanza del Vasto o Thomas Merton, en quienes encontramos otras características muiy particulares, sobre todo la convicción de que la vida y la poesía están regidas por el amor en todas sus acepciones. "Todo aquel que no ama sigue estando muerto" (san Juan, 3:14). Esa importancia del amor como vínculo principal entre vida y poesía está en el sacerdote Ernesto Cardenal desde sus primeros momentos de creador.
Meister Eckhart (1260-1328) -indudable poeta, filósofo, místico, teólogo, sacerdote católico- en sus tratados disertó muchas veces sobre el amor como una entrada a la meditación profunda que puede llevar a fundirse con el Uno-Dios-, la Unidad, es decir, el sentido fundamenta de re-ligarse, de ser Uno en el Todo. Es la experiencia que san Juan de la Cruz confirmó con sus muy celebrados versos: "Entréme donde no supe / y quedéme no sabiendo, / toda ciencia trascendiendo..." Ernesto Cardenal vivió esa experiencia y nos la cuenta.
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