De Goethe, y en particular de su ensayo La metamorfosis de las plantas, aprendieron Webern y Balthasar a contemplar el fenómeno primigenio, que inspirará tanto la música de madurez del compositor, cuya inaudita belleza no deja de interpelarnos, como la extraordinaria obra filosófica del teólogo. Este fenómeno irreductible es la forma o figura, la Gestalt. Para Goethe, Webern y Balthasar, la profunda comprensión del ser depende de la percepción de la forma indivisible, que sólo la belleza de las formas artísticas logra transmitir de un modo inapelable, infundiéndonos la certeza de que contemplamos la expresión, la encarnación, la revelación al fin, del Uno, de Dios.
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