Primera gran obra de Virgilio, las Bucólicas (del griego bukolós, "vaquero") hacen ingresar a la poesía pastoril por la puerta grande. La tradición atribuía la creación del género al poeta helenístico Teócrito, si bien sólo son de tema pastoral diez (un tercio) de sus Idilios, un par de ellos probablemente espurios. Su heredero latino compone también diez poemas, pero que en su caso conforman un libro, seguramente el primero de su lengua en ser concebido como tal y no como mera compilación de "poemas sueltos".
En su forma más reconocible, muy imitada en el Renaciemiento, las églogas ("poemas breves") presentan a pastores que, mientras su ganado pasta, pasan el rato conversando y cantando, a veces en competencia. La rusticidad del ámbito y de los personajes, sin embargo, es una excusa para poetizar: estos pastores no sólo son exquisitamente hábiles para la versificación bucólica, sino también doctos en mitología, en filosofía y sobre todo en poesía grecolatina. Virgilio se inspira en pasajes de grandes predecesores griegos y latinos, de Homero a Calímaco, de Plauto a Catulo, y los transforma a sus propios fines y estilo.
El eterno tópico amoroso se conjuga con la breve narración mítica al modo alejandrino, y con la referencia, en algunos casos, a la situación histórica contemporánea de la composición. La traducción en verso, a página enfrentada con el texto original, viene seguida de amplias notas que tratan de diversos aspectos, incluyendo versiones castellanas de numerosos pasajes ajenos en que se inspiró el autor.
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