Clay Johnson tiene un cuerpo para desmayarse y una sonrisa que te detiene el corazón. Antes de que su novia rompiera con él, era el jugador estrella del equipo de futbol universitario del que soy coordinadora de relaciones públicas. Él jamás saldría con alguien como yo, pero cuando me descubre derritiéndome frente al chico que me gusta, se encarga de tramar un plan absurdo: fingir que estamos juntos para ponerlo celoso a él y a su ex.
Sin embargo, conforme pasamos más tiempo juntos, más me cuesta distinguir lo falso de lo real: ya no puedo negar el modo en que mi cuerpo reacciona cada vez que me toca.
Dejamos las reglas claras. Establecimos límites. Pero dicen que las reglas se hicieron para romperse. Y, al parecer, los corazones también.
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