La avaricia puede ser convertida en el más noble de los sentimientos revolucionarios o en el peor de los pecados. Es un pecado relativo, que fluctúa entre el vicio y la virtud (una manera bastante singular de ser pecado). La avaricia implica tanto el adquirir (recibir) como el no
desprenderse (no dar), y nada es excesivo, ni desordenado, ni desmedido si no es en relación con una gradación que marca el punto de exceso, un orden o una medida. De ahí sus límites difusos.
Oriol Ponsatí-Murlà nos acerca a la noción desde una óptica reveladora y sugestiva sin dejar de lado referentes de la filosofía antigua y de las fuentes cristianas. A través de un recorrido histórico sobre el concepto a partir de autores paradigmáticos (Bracciolini, Evagrio Póntico, Gregorio el Grande, Tomás de Aquino, Aristóteles, Prudencio, Joan Casiano, Esopo o Demócrito), formula la siguiente cuestión: ¿qué papel juega, o puede jugar, la avaricia, en nuestro Occidente globalizado, interconectado y líquido?
La serie «Pecados capitales» pretende ofrecer una visión fresca y rigurosa de cada «pecado» de la mano de nuevas voces del ensayo.
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