Desde hace varios siglos se mantiene en México la costumbre de retratar a los niños que acaban de morir como parte del ritual más amplio que tiene entre sus propósitos convertir la tristeza en alegría y festejar la entrada de un alma pura a una nueva vida. La muerte niña es una expresión en la que los niños muertos son considerados angelitos, y como tales son festejados, no llorados. Estas páginas nos guían en el descubrimiento y análisis de este estremecedor arte ritual.
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