Haro, Fernando de / Fuentes, Omar
Como arquitectos, la raíz de nuestro entendimiento y apreciación por la arquitectura se origina desde la infancia, en donde las experiencias sensoriales, estilo de vida y relaciones humanas que experimentamos, moldean y definen la percepción y la pasión que sentimos por esta profesión, que con la práctica y el paso del tiempo nos acerca cada vez más a una arquitectura que reflejan nuestra propia biografía. Además de satisfacer las necesidades tangibles e intangibles de aquellos hacia quienes la arquitectura residencial va dirigida, nuestras construcciones deben de lograr estimular las emociones y sentimientos en sus habitantes con la misma pasión e intensidad con la que nosotros proyectamos y recorremos los espacios con la imaginación antes de ser construidos. Es imperativo que la arquitectura sea emocional y posea un alma propia.
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