Una mujer dentro de su ataúd se aferra al pasado. Mira, siente y oye lo que acontece en torno suyo, percibe colores, los detalles de su velorio, mientras reconstruye momentos singulares de su vida, pasiones, desilusiones y angustias; lazos con sus hijos y con los hombres que ocuparon un lugar lo suficientemente importante como para recordarlos en el momento final. Desde el cuarto donde yace, registra las entradas y salidas de cada uno y, como cuadros impresionistas, rememora los momentos de ardor, celos, gozo y sufrimiento que le depararon. En esos instantes de lucidez, como han de seguirle creciendo las uñas y el cabello dentro de la tumba, le crece la sensibilidad aunque tal vez no pueda ya, quizás jamás pudo, establecer los límites exactos entre la vivencia onírica, la ensoñación y la realidad. Y se pregunta ¿era preciso morir para saber ciertas cosas?
Beatriz Espejo
Advertencia: Las existencias de nuestro sistema no son precisas al 100%, por lo que antes de dirigirte a una de nuestras sucursales, te recomendamos que llames por teléfono para confirmar su disponibilidad.