Hice que la despidieran porque tuve un mal día y me desquité con una mesera inocente en una pizzería. Aunque Ally Morales de inocente no tiene ni un pelo, y lo demuestra el primer día en su nuevo trabajo, que resulta ser en mi oficina. Y no la puedo despedir porque mi madre, la CEO, la contrató... técnicamente.
Puede que me guste que me confronte, y tal vez sus ojos cafés y su lengua afilada se hayan adueñado de todas mis fantasías. Sin embargo, tiene problemas que se niega a contarme, a pesar de que yo esté decidido a ayudarla. No porque me importe, ojo. No puede importarme mientras trabaje para mí. Aunque si consigo que se busque otro empleo, quizá pueda conocerla mejor…
Después volveré a dedicarme a restaurar el buen nombre familiar y me olvidaré de esa morena a la que le encanta bailar y sacarme de quicio.
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