Dos ancianas, Valentina Brandón y su criada Adelaida, deciden emprender un viaje, un último viaje. Lo harán en un viejo Volkswagen escarabajo, en cuyo maletero introducen un bulto sospechoso que parece un cadáver. Conducirá doña Valentina, que para algo es la orgullosa poseedora del primer carnet de conducir expedido a una fémina en la ciudad de Santiago. Ambas mujeres (que llevan media vida juntas, se pelean todo el día pero no saben vivir la una sin la otra) forman una extraña pareja. Quedaron unidas para siempre por un hecho terrible del pasado: un hecho relacionado con el matrimonio de Valentina con un abogado con simpatías galleguistas, la excéntrica familia de éste —que incluye a un hermano coleccionista de muñecas que hace misteriosos viajes a París— y los amoríos de la criada de la casa, con el trasfondo del estallido de la guerra civil y el mundo rural gallego.
En su último viaje se sucederán los percances y los encuentros variopintos: con un reportero de televisión tal vez interesado en entrevistar a doña Valentina porque supuestamente conoció a Álvaro Cunqueiro, o con una pareja de guardias civiles que las ayudarán en la búsqueda de la dentadura postiza de Adelaida, que ha salido disparada por la ventanilla.
Mezcla de esperpento y road movie senil, esta novela chiflada con toques macabros narra la fuga de dos mujeres que son una mezcla de Thelma y Louise y las entrañables y temibles ancianas de Arsénico por compasión en versión gallega. Porque Valentina y Adelaida dejan a su paso un reguero de cadáveres tanto en el presente como en el pasado. Cristina Sánchez-Andrade forja dos personajes inolvidables a los que somete a una peripecia enloquecida, desternillante y desoladoramente humana.
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