Tomo este libro que también tú tienes en las manos: Abecedario íntimo Alfabeto interior, de Jorge Hernández Cruz. Lo abro al azar, comienzo a leer y, de pronto, la poesía me asalta. La poesía se siente. No sólo en el ánimo, la sensibilidad, el espíritu. Me refiero al cuerpo, a la carne, a nuestra naturaleza física. La poesía duele como un golpe, un sobresalto, una descarga eléctrica. Nos estremece, nos deja sin aire, nos deslumbra. Todos hemos sentido ese escalofrío, ese arrobamiento, esa experiencia inefables —las palabras no alcanzan a expresarlos— que nos produce la poesía. Al escuchar un acorde, ante un paisaje, ante el discurso mudo de la pintura y la escultura... Sobre todo, porque estamos hechos de palabras, al leer u oír o recordar algunas frases de alguna canción, una escena dramática, un texto —en verso o en prosa—... todos hemos sentido en nuestra carne el soplo o el calambre de la poesía. Felipe Garrido.
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