Leer los artículos de Yásnaya Aguilar reunidos en este volumen, así como los múltiples comentarios en redes sociales que los acompañan y enriquecen, es un placer que recomiendo de todo corazón a las lectoras y lectores. A lo largo de estos textos, tan amenos como refrescantes, queda claro que Yásnaya Aguilar ha sido capaz de ver más allá de las imposiciones y de la violencia, impulsada por su profunda pasión por las lenguas, por la lingüística, por la literatura, para rebasar los confines de su nativo ayuujk y de su aprendido español, hasta acercarse a los idiomas más hablados del mundo, como el ruso, pero también a las incontables lenguas indígenas que en todo el planeta se encuentran marginadas, amenazadas y, a veces, al borde de la desaparición. En su uso sin pretensiones del llano dialecto mexicano del castellano, destaca la generosidad constante de su estilo, su humor y sinceridad, que le permite construir una defensa tan apasionada como razonable, tan rigurosa como amena, del valor de las lenguas indígenas, de la pluralidad cultural, de la vitalidad de las tradiciones de nuestros pueblos originarios. Esta claridad da mayor fuerza también a sus denuncias contra la discriminación lingüística, contra el menosprecio a las lenguas indígenas y contra la prepotencia de los defensores del español como lengua nacional. Escrito a lo largo de una década, este libro está destinado a ser un exponente de un auténtico florecer y renacimiento del pensamiento contemporáneo hablante de lenguas indígenas. Federico Navarrete
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