La víspera de Navidad, como establece una tradición inglesa, unos amigos se reúnen junto al fuego dispuestos a disfrutar de una velada escuchando narraciones de sucesos sobrenaturales. Cuando el protagonista de una historia de fantasmas es un niño, argumenta uno de los reunidos, esto añade como una vuelta de tuerca a la impresión que produce en el oyente. ¿Y si fueran dos niños?... A continuación, propone a los presentes la lectura de una historia que le envió por escrito la que fuera institutriz de su hermana, ya fallecida, y que aseguraba haber vivido en carne propia.
La narración en primera persona da comienzo cuando la institutriz responde a un anuncio para ocuparse de dos niños huérfanos. El interesado, tío de los niños, le exige una sola condición: que en ningún caso debe solicitar su ayuda en adelante. Ella acepta el encargo y se instala con los niños en Bly, una casa de campo dirigida por el ama de llaves, la señora Grose. Miles y Flora son dos hermanos encantadores y su educadora pronto desarrolla una gran ternura y admiración hacia ellos. Miles acaba de ser expulsado de su colegio sin estar muy claro el motivo, que el chico no parece muy dispuesto a desvelar. Pero este no es el único misterio que atormenta a la narradora, también cree haber sorprendido merodeando por Bly a un par de siniestros visitantes cuando se encontraba a solas...
La ambigüedad de las situaciones y actitudes de los personajes, unida a la sospecha de que tal vez la institutriz nos está ocultando algunos detalles, dotan a la historia de distintas interpretaciones posibles y de una riqueza de matices poco habitual en este tipo de relatos, pero el genio de un narrador como Henry James, sin duda una de las cumbres de la literatura universal, la convierte en una obra maestra de obligada lectura, más allá de los géneros.
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