Con miles de millones de años de ser testigo de la vida en la Tierra, de ver a cien mil millones de humanos en su vida cotidiana, de sentirse increíblemente sola y de escuchar su propia historia contada por otros, a la Vía Láctea (con sus cien mil millones de estrellas y cincuenta undecillones de toneladas de gas) le gustaría hablar por sí misma.
Todo comenzó hace unos trece mil millones de años, cuando las nubes de gas esparcidas por el plasma primordial del universo sucumbieron a su atracción gravitacional y nació la Vía Láctea. Desde entonces, la galaxia ha visto cómo la energía oscura alejó a sus primeros amigos, cómo los humanos mitificaron su nombre y propósito, y cómo los arqueólogos galácticos trabajaron para determinar su verdadera edad. La Vía Láctea ha absorbido agujeros negros supermasivos, se ha convertido en enemiga de algunos vecinos galácticos y ha llorado la muerte de innumerables estrellas, incluso se ha enamorado.
La Vía Láctea siente que ya acumuló suficiente experiencia como para relatarnos su historia y el futuro del universo desde su punto de vista, haciendo gala de un conocimiento astronómico fuera de este mundo.
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