El siglo XIX, una época tan superior a la nuestra, nos ha legado a los impresionistas franceses, la música de Beethoven, las novelas de Flaubert, las mejores traducciones de "Las mil y una noches", las lúcidas ideas de Benedetto Croce; pero me cuesta trabajo imaginar el mundo de hoy sin el romanticismo alemán y su literatura, de Goethe a Heine y entre ellos a Hölderin, Novalis y Hoffmann. En este último me detendré.
Nació en la próspera ciudad de Königsberg, lugar que también dio procedencia a Kant y a Hamann. Podemos darle el título de 'Totalkünstler' pues no sólo fue literato, sino también músico y pintor. En vida publicó muchos cuentos breves, algunos más tarde influirían profundamente a Poe. Cabría mencionar 'Los elixires del diablo', 'El hombre de la arena', y los volúmenes de 'Los hermanos de San Serapión', una antología donde entran las narraciones de las tertulias a las que solía asistir Hoffmann. Entre éstas encontramos el relato "Vampirismo".
Historia, técnica y estilo son los utensilios para crear una obra maestra, de las cuales se sirve nuestro autor para crear un relato escalofriante, dramático y profundo donde se anticipan muchas de las ideas renovadoras, de las cuales muchos escritores y músicos se nutrirían, entre ellos Strauss en Elektra. El tema principal se centra en la mujer maltratada psicológicamente por su madre, obligada a servir como objeto. Las atmósferas son tenebrosas. La noche, el silencio, las fuerzas inexplicables de la naturaleza sirven de recurso para acentuar el horror. El desenlace, como todo buen cuento fantástico, deja una interrogante sobre la muerte y la locura, pues ambos sirven de aperitivo para un motor constante: el miedo.
El mito del vampiro sigue nutriendo la imaginación colectiva e igualmente la tradición, quizá esto concuerde con las palabras de Adolfo Bioy Casares en su prólogo a la Antología de la literatura fantástica: «viejas como el miedo, las ficciones fantásticas son anteriores a las letras».
Reseña escrita por Irvin Payán, El Péndulo Perisur
Publicado originalmente en el último tomo de Los hermanos de San Serapión (1819-1821), Vampirismo es una de las obras maestras de E. T. A. Hoffmann y el primer gran relato literario en el que el vampiro es una mujer. La historia de amor entre el conde Hyppolit y la melancólica Aurelie, siempre agobiada por la perturbadora influencia de su madre, se vuelve cada vez más misteriosa hasta culminar en un infernal y terrorífico desenlace. Álvaro de Cuenca ha vuelto a traducir espléndidamente este gran clásico de la literatura de horror, prologado por Luis Alberto de Cuenca e ilustrado expresamente para esta edición por Toño Benavides con la elegancia y sutileza características de Hoffmann.
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