Este verano hemos estado en Bergen con Jon Fosse y todos los editores del mundo que publican la Septología. También estaban periodistas que han sacado sus entrevistas en los medios más importantes de cada país y los traductores. Nos hicieron una especie de tour por los lugares donde ocurren todos los acontecimientos del libro: la carretera bordeando el fiordo, el final del fiordo con la casa de la cascada, el colegio, ya en la ciudad, la calleja, el café de los artistas…
En realidad, la visión de esos lugares no aporta nada a la lectura porque la Septología está escrita pensando exactamente en la sensación que debe producir, pero lo que sí nos aportó fue la seguridad de que la naturaleza tiene mucho que ver en la sensibilidad de cada buena novela. Todo lo que cuenta Septología ha podido ser imaginado gracias a la asimilación de esa fuerza de viento, agua, silencio y eco que Fosse ha sufrido desde que nació.
Y con este último tomo, con la última frase de este tomo, toda la Septología cobra sentido. Muchos de vosotros podéis intuir qué es y al verlo quedaréis sobrecogidos por la fuerza de una ley natural que no vamos a desvelar aquí.
¡Buena lectura de Septología!
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