La obra de Nikolái Gógol, considerado por muchos críticos como el padre del realismo ruso, sirvió para sentar las bases de lo que sería el Siglo de Oro de las letras rusas. Dostoievski, Turguéniev, Tolstói y Chéjov en el siglo XIX, así como Zamiatin, Bulgákov y Nabókov en el siglo XX, reconocieron su deuda con este autor. N ikolái Vasílievich Gógol nació en 1809, en la actual Ucrania, y murió en Moscú, en 1852. Se trasladó a San Petersburgo en 1828, y luego de sobrellevar algunos contratiempos, ingresó en los círculos literarios de esa ciudad en 1831. Su humor, el tratamiento de los temas, el empleo de la lengua y de los recursos estilísticos dejaron huellas profundas e hicieron escuela. Sus personajes y sus héroes (o antihéroes) están presentes en la vida cotidiana de los rusos. Tal fue el caso de Taras Bulba (1835), epopeya heroica que se convirtió rápidamente en patrimonio inalienable del acervo literario de su país. Traducción y prólogo de Alejandro Ariel González.
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