Una madre en fuga con sus dos hijos secuestrados. Una escritura torrencial, de rabioso lirismo. Terremoto Harwicz.
Los seres humanos piensan que saben de qué son capaces. Creen que no podrían escapar de los policías, que nunca le harían mal a un niño. Yo no podría matar a mis padres; hagan lo que hagan, me dieron la vida. O yo no llegaría jamás hasta la violación. No sería capaz de acelerar al volante en un puente con mis hijos en el auto y caer al vacío. Pero todo eso lo decimos antes; no somos capaces, es cierto, nos resulta impensable el crimen, hasta que pasamos al acto. Perder el juicio cuenta la historia de un robo, de una apropiación, de un incendio provocado. Esta obra es el viaje de un secuestro donde la vida es vista como el armado de una evasión. Como dice Harwicz, se escribe una novela cuando se está en desacuerdo con el sentido de las palabras, cuando dejar de mentir es imposible.
«Las novelas de Harwicz son puro deseo y destrucción» (Isaac Rosa, Babelia).
«Harwicz pinta un autorretrato de las mujeres que son más Francis Bacon que Mary Cassatt» (Rumaan Alam, The New Yorker).
«Su escritura posee una belleza salvaje» (Kirkus Reviews).
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