Hace 60 años, antes de imprimirse Pedro Páramo o apenas llegando a las librerías, la crítica literaria en México podía ufanarse de su primera recepción de la obra. Nada más lejano a la vida literaria (mera función del poder para Balzac) que después la sustituiría entre nosotros. Pero a mediados del siglo XX los críticos mexicanos entendían de qué se trataba: en diciembre de 1954 Alfonso Reyes, aún sin el libro pero al tanto de los fragmentos ya publicados por Rulfo, avanzaba: "Los murmullos, en preparación, título provisional. Influencias (conscientes o inconscientes): veintitantos siglos de literatura".
Recié publicada, en marzo de 1955, Edmundo Valadés adelantaba el reto: "Desconcertante, lista a inquietar a la crítica, está ya en los escaparates la primera novela de Juan Rulfo, Pedro Páramo, que transcurre en una serie de transposiciones oníricas, ahondando más allá de la muerte de sus personajes, que uno no sabe en qué momento son sueño, vida, fábula, verdad, pero al que se les oye la voz al través de la 'perspicacia despiadada y certera' de tan sin duda extraordinario escritor".
Reyes y Valadés veían ya el territorio que recorrería la crítica. Muy temprano se sumaron a ellos escritores como Fuentes y Arguedas, o bien Borges, García Márquez, Grass, Sontag, Piglia, Xingjian, Le Clézio, Vargas Llosa y Magris... Los académicos no se quedaron al margen: Heriberto Yepes decía en que, "con felices excepciones, los mejores conocedores de Rulfo son académicos. Si los literatos creen que escribir más bonito es suficiente, deben darse cuenta que hay académicos que han investigado y descubierto aspectos de Rulfo que narradores y críticos literarios han ignorado".
Se reúnen aquí 18 ensayos cuyos autores son académicos de diversas generaciones y procedencias. Incursionan en Pedro Páramo desde nuevos ángulos, de manera reflexiva, como hacen aquellos lectores que saben de qué se trata.
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