"Amo la noche con pasión. La amo como uno ama a su país o a su amante, con un amor instintivo, profundo, invencible. La amo con todos mis sentidos, con mis ojos que la ven, con mi olfato que la respira, con mis oídos, que escuchan su silencio, con toda mi carne que las tinieblas acarician..."
Con tan enardecida declaración amorosa inicia el texto de "La Noche", uno de los más espléndidos relatos del escritor francés Guy de Maupassant (1850-1893). Subtitulado "Una Pesadilla", el texto es un inquietante recorrido por las calles de un París que, conforme avanza la noche, se verá despojado (¿en la imaginación del protagonista?) de las imágenes cotidianas que brinda la luz del día, convirtiéndose en una sombría masa que emana una angustia abstracta.
La historia es muy sencilla: el narrador desprecia la vida diurna. "El día me cansa y aburre. Es brutal y ruidoso", escribe, alegrándose sobremanera a medida que el sol se oculta en el horizonte. Sólo entonces comienza su tiempo y, sintiéndose distinto, más joven, más fuerte, más activo, más feliz (como un galán que se apresta a acudir a una cita con su amada), sale a la calle dispuesto a gozar de la delicada caricia nocturna. Sin embargo, ayer -tal vez otro día, otro mes, otro año, no lo sabe a ciencia cierta- tras cenar, nuestro noctámbulo se lanza a uno de sus acostumbrados paseos sin imaginar que algo distinto está por suceder. Al parecer todo marcha sin problemas, y la caminata es tan placentera que hasta pierde la noción de la hora que es. De regreso, se encuentra con que las calles han dejado de ser las mismas. Bueno, tal vez sean las mismas, pero por alguna razón le resultan ajenas ¿o se ha extraviado?. Al tratar de pedir ayuda, los pocos trasnochados que deambulan por ahí le ignoran groseramente; las luces se han apagado, envolviendo en sombras cada rincón; el tiempo parece haber dejado de existir -incluso los relojes dejan de funcionar-; y un silencio sobrenatural se cierne sobre el protagonista, cuya alma se va llenando de un miedo inconcebible que se torna franco terror cuanto más extraña se le va presentando la ciudad, devorada por las insondables tinieblas de la noche...
No hay más. "La noche" es un espléndido relato corto en que Guy de Maupassant despliega una maestría absoluta para crear, con pocos recursos, una atmósfera angustiante y amenazadora digna de figurar al lado de sus mejores relatos de terror ("El Horla", "El Terror", "La Mano", "La madre de los monstruos", por ejemplo). La edición que en esta ocasión comentamos incluye el texto en español y en francés, bellamente acompañado por el trabajo del ilustrador español Toño Benavides (1961), cuyas imágenes reflejan acertadamente el universo torturado y sombrío que recorre el protagonista en su deambular nocturno.
"Aquello que se ama con violencia acaba siempre por matarlo a uno", escribe en un momento del relato el narrador. ¡Qué esperar, pues, cuando se ama demasiado a la noche y ésta decide amarlo a uno por igual!
«Amo la noche con pasión. La amo como uno ama a su país o a su amante, con un amor instintivo, profundo, invencible...»
Así comienza Maupassant su agitado paseo nocturno por los bulevares de París, que Toño Benavides iluminará para seguir al protagonista sin nombre de este fantástico relato.
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