Un misterioso manuscrito
Los rollos de papiro encontrados en el mar muerto; los textos gnósticos abandonados en Nag Hammadi; también los pliegos sueltos donde se registran fragmentos de la Ilíada, todos ellos llegan a nosotros gracias a la labor de traductores, paleógrafos, lingüistas o criptólogos. Unir palabras, encontrar significados cifrados, interpretar símbolos, tratar el papel con sumo cuidado; todas estas acciones parecen sacadas de un best-seller pero, ciertamente, a veces no hay otra manera de revivir el pasado.
La historia del Mauscrito Voynich no exenta ninguna de estas piezas, las características que lo conforman hacen pensar en un tratado de alquimia o botánica, magia o ciencia. Pues bien, el relato comienza con la supuesta autoría de Roger Bacon, quien por tener conocimientos profundos de artes desconocidas y lenguas antiguas se le atribuyó esta creación. Más tarde el libro pasaría a manos de Rodolfo II y extrañamente terminaría en casa de Johannes Marci.
Aquí hay un acontecimiento digno de atención, pues el extraño objeto pasaría a la propiedad de uno de los últimos genios del barroco: Athanasius Kircher. Él intentaría desentrañar sus enigmas, pero después de mucho tiempo desistió. Como Kircher era jesuita, el artefacto terminó por formar parte de la Compañía de Jesús.
En esta parte entra la presencia de Wilfrid Voynich, librero anticuario. Ya en el año de 1912 obtuvo un baúl con diferentes tipos de manuales viejos, entre ellos el ya mencionado. Tras desistir en la interpretación correcta del ejemplar concluyó que se trataba de una charlatanería.
Hoy, los jeroglíficos indescifrables siguen en estudio. Los especialistas han arrojado a la luz que quizá sea una obra precoz de Leonardo da Vinci.
«Reseña escrita por Irvin Payán, El Péndulo Roma»
En la primavera de 1912, el comerciante de libros antiguos Wilfrid Voynich se topó, cerca de Roma, con un manuscrito que por su aspecto parecía un grimorio medieval, escrito en un lenguaje extraño que, hasta el día de hoy, nadie ha conseguido descifrar. Durante los últimos cien años su texto ha sido exhaustivamente analizado por científicos, lingüistas y especialistas en criptología, tanto civiles como militares, pero todo ha sido en vano. El alfabeto utilizado sigue sin identificarse y el contenido del libro permanece siendo un misterio.
Un siglo de fracasos ha alimentando la teoría de que el libro no es más que un elaborado engaño, una secuencia de símbolos al azar sin sentido alguno. Sin embargo cumple exactamente la ley de Zipf, según la cual la frecuencia de aparición de las distintas palabras que forman un idioma sigue unas normas rígidas, apareciendo la palabra utilizada con más frecuencia exactamente el doble de veces que la que sigue en frecuencia de utilización, el triple que la siguiente y así sucesivamente. Esta ley, promulgada en la década de 1940 por el lingüista George K. Zipf, de la universidad de Harvard, se cumple en todos los idiomas conocidos. No es probable que el autor del manuscrito Voynich conociera la ley de Zipf, enunciada muchos siglos después, y por tanto, que la aplicase a una lengua inventada por él.
Una de las teorías más recientes sobre este misterioso libro es la presentada por la doctora Edith Sherwood, según la cual se trataría de una obra de Leonardo da Vinci, realizada cuando éste contaba ocho o nueve años de edad. La doctora Sherwood muestra la semejanza entre la escritura del manuscrito y la del niño Leonardo, que se conserva en otros documentos.
Advertencia: Las existencias de nuestro sistema no son precisas al 100%, por lo que antes de dirigirte a una de nuestras sucursales, te recomendamos que llames por teléfono para confirmar su disponibilidad.