Las manos de Grossmeer eran animales. Se movían sin cesar. Eran ratones en su desasosiego, ratones lampiños con piel, ásperos como asfalto reventado. Eran arañas en su forma, colosos abombados; presas en su piel áspera, buscaban de continuo una salida de Grossmeer, tanteando como ciegos que no están ciegos aún.
Advertencia: Las existencias de nuestro sistema no son precisas al 100%, por lo que antes de dirigirte a una de nuestras sucursales, te recomendamos que llames por teléfono para confirmar su disponibilidad.