Nunca viajes solo
En mayo de 1902 fue publicado por primera vez en la revista The Youths Companion el relato "Encender una hoguera" de Jack London (1876-1916). En él se narra la historia de Tom Vincent, un aventurero que ha decidido enfrentar el frío de Alaska para poder conseguir un buen trabajo. Pero, aunque Tom está acostumbrado a enfrentar las gélidas temperaturas de esta región, jamás se había enfrentado a los menos de cincuenta grados centígrados de ese día. Ante ese clima, la única opción es caminar y no detenerse; pero la vida siempre trae sorpresas, en algunas ocasiones muy desagradables. Tom sufre un accidente en su trayecto y se ve obligado a encender una hoguera para poder calentar sus pies húmedos. Aquí es cuando los problemas de Tom empiezan de verdad, lo que le hace descubrir que aquel consejo que le dio un amigo era genuino: nunca viajes solo.
Un escritor siempre es atormentado por varios fantasmas, uno de ellos, y casi el más frecuente, es el de pensar si el trabajo que hizo fue el correcto o podría haber sido mejor. Al parecer a Jack London le sucedió esto, porque en agosto de 1908 en The Century Magazine vemos otra vez el mismo relato, al mismo personaje caminando en la nieve y la misma disyuntiva de encender una hoguera o perder una de sus extremidades. Pero ahora el relato se ha enriquecido, y aunque la historia es la misma, nos encontramos con una crónica menos escueta que nos adentra en el sufrimiento del personaje y nos vincula con la agonía del mismo. En esta ocasión, el personaje (cuyo nombre se omite en la segunda versión) ha aprendido la lección y ya no viaja solo por tan inhóspito lugar, ahora va acompañado por un perro Husky nativo, lo que transformará del todo el final de esta novela breve.
Por fin podemos leer y comparar ambas versiones en esta edición de Periférica, para poder entender la evolución que tuvo esta narración, la cual, como dice Juan Cárdenas (encargado de la traducción y prefacio de esta obra) ha marcado a generaciones enteras.
Jack London fue un aventurero nato. Hizo de todo: fue vagabundo, marinero, ferrocarrilero y al final buscador de tesoros. Todas sus novelas y cuentos están salpicados de anécdotas de sus viajes. Encender una hoguera es una crónica de los años en que intentó obtener oro en las duras tierras del Klondike. No logró hacerse millonario, pero en cambio conoció las historias de todos esos hombres que no se doblegaban por nada ni ante nadie. London logró darles su merecido lugar en la historia, del mismo modo en que él se ganó el respeto de sus colegas y la admiración de todos aquellos que nos acercamos a sus narraciones.
«Reseña escrita por Alejandro Díaz, El Péndulo Zona Rosa»
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