Esperanzada infatigable: Francesca. Hiperbólica, parlanchina, brillante y dialogadora. Le indignaba la guerra, el hambre, la injusticia, la violencia. Cuando la encontré estaba lejos de ser una señora, aunque ya era bastante iracunda. Sus palabras andan las calles, sin fronteras asesinas, apropiadas por seres humanos múltiples que ya se distancian del género. Era la literatura su abrevadero, el sitio de su fuerza, el reducto del poder suyo con otras y otros ante todo lo que niega la existencia bella y creadora. Los cuentos de esta iracunda y tierna Francesca Gargallo muestran, en sus modos y giros para narrar, las hondas y persistentes preocupaciones de su vida; aquí honra a la gente que le mostró el mundo, y pone siempre al frente la fuerza de las mujeres, el amor libre, la noble estética de la justicia. Nos ofrece tersura, risas, rebeldías peleadas cuerpo a cuerpo para enfrentar la crueldad de mundos transodiantes, avaros, criminales.
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