Haruki Murakami es un escritor que ha sabido complacer tanto a los noveles lectores como a gente más especializada. Esto lo logra con una escritura accesible e intensa, sumado a la creación de mundos oníricos, donde personajes de la cultura pop como Johnnie Walker y el Coronel Sanders son los encargados de ser la representación de la eterna lucha del bien y del mal, aunque nunca sabemos cuál participa en dichos bandos.
En abril próximo (en nuestro país estará a la venta unos meses después) saldrá a la venta en su natal Japón la nueva novela de Murakami. Mientras que esperamos la llegada de este nuevo material, podemos deleitarnos con "Después del terremoto", serie de relatos inspirados en el temblor que sacudió a la ciudad de Kobe en 1995 y que mató a más de cinco mil personas, que lamentablemente en su momento fue el segundo peor sismo en azotar la isla nipona.
Cinco años después de este terrible hecho, Murakami escribió seis cuentos que aunque no están inmersos en el dolor mismo que provocó el terremoto, sí nos demuestra cómo estos hechos cambian la vida de las personas. Un ejemplo sería la esposa de Komura, que ha pasado cinco días frente al televisor viendo las imágenes de la ciudad de Kobe destrozada y, sin pensarlo, lo abandona, dejando sólo una nota e infinita tristeza en Komura. Mismo abandono recibe Yoshiya, pero de parte de su madre, que lo ha dejado para ir a ayudar a los sobrevivientes del terremoto. La madre de Yoshiya es una fanática religiosa que le ha metido la idea de que él es hijo de Dios, aunque la falta de algún milagro beisbolista que lo confirme, ha hecho que Yoshiya abandone esta idea y piense que en realidad es hijo de un ginecólogo al que le falta un pedazo de oreja. Un día se topa a dicho personaje y después de una persecución descubre que “Todos los hijos de Dios bailan”.
El mundo creado por Murakami no sólo se detiene en personajes abandonados y rencorosos de la vida, como Satsuki, que desea con todo ímpetu que un hombre sombrío de su pasado haya fallecido en el terremoto, también explora lugares fantásticos como en el cuento de “Rana salva Tokio”, en donde un anfibio de más de dos metros de altura tiene que luchar contra un gusano subterráneo que se ha despertado a causa del sismo en Kobe, y está dispuesto a generar uno idéntico en Tokio.
Quizá el relato más completo sea el de “Paisaje con plancha”, que es una muestra de la admiración que Murakami siente por la literatura occidental, sobre todo de Jack London. En este cuento nos trasladamos a la prefectura de Ibaraki, ya que en sus playas se junta la mayor cantidad de leños que el mar arroja, mismos que son utilizados por el señor Miyake y por la joven Junko para hacer enormes fogatas y, ante el calmante espectáculo del fuego, repensar sus vidas y sentir una comunicación con todos nuestros antepasados, que ante ese primogénito espectáculo sentían el mismo confort que ellos.
Reseña escrita por Alejandro Díaz, El Péndulo Condesa
dLa magnitud del terremoto que en 1995 asoló la ciudad japonesa de Kobe, y que se cobró más de cinco mil vidas, movió a Haruki Murakami a dedicar a este terrible suceso seis impactantes historias que transcurren poco después de la tragedia. El protagonista omnisciente, y también el más conmovedor, es el propio seísmo, que, unas veces de manera sutil, otras de modo muy significativo, irrumpe en las vidas de aquellos que sobrevivieron al apocalipsis. Del dolor inconsolable de una nación aterrada Murakami ha sabido extraer muchas verdades sobre la naturaleza del sufrimiento humano.
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