El estudio de los mitos
El estructuralismo surge a principios del siglo XX para tratar de dar una respuesta a los distintos problemas que enfrentaban los investigadores de las ciencias humanas. Uno de los principales dilemas era poder rastrear los orígenes de la civilización, descubrir justo el momento en que pasamos de ser una sociedad basada sólo en la sobrevivencia personal a una con reglas, normas y deberes, para poder así explicar nuestros orígenes lingüísticos, religiosos y nuestro comportamiento cotidiano.
La respuesta que da el estructuralismo es que todo acto humano está marcado por un hecho primigenio, y que no obligatoriamente todo avance científico es la pauta que genera este hecho, por el contrario, la contemplación y asimilación de esta nueva tecnología es lo que marca la diferencia. Al hombre le hubiera servido de poco descubrir el fuego si no se da cuenta de que con él puede cocinar la carne.
La dificultad que encontró el estructuralismo fue demostrar su propia teoría. Entonces surgió la mente brillante de Claude Lévi-Strauss (Bruselas, 1908-París, 2009), para generar un método de investigación revolucionario. Este antropólogo y etnógrafo viajó a Brasil para estudiar a los pueblos aborígenes del Amazonas y así elaborar su tesis; en este trabajo partió de lo que llamó “mitemas” (elementos presentes en cientos de mitos); para saber distinguir dichos elementos hay que buscarlos en una sociedad, después compararlos con una población cercana a dicho grupo para de ahí expandir la búsqueda mediante comparaciones con otras familias que, aunque se encuentren en un rango accesible a la primera comunidad analizada, sea difícil su contacto. Para terminar se analiza si estas similitudes en los mitos están presentes en etnias que, por tiempo y ubicación geográfica, no hayan tenido contactos con la colectividad antes mencionada. Mediante este proceso descubrió que las similitudes existen y que en ellas está el origen de nuestra civilización.
Dentro de todo el material escrito por Lévi-Strauss sobresale la tetralogía conocida como Mitológicas: "Lo crudo y lo cocido", "Desde la miel a las cenizas", "El origen de las maneras en la mesa" y "El hombre desnudo". Con la intención de rescatar algunos textos ya descontinuados, el Fondo de Cultura Económica nos presenta una reedición de "Lo crudo y lo cocido", primer libro de esta serie que fue publicado por primera vez en 1964 y es la puerta de entrada al trabajo de Lévi-Strauss. En él podemos vislumbrar cómo los opuestos, en este caso lo crudo y lo cocido, son el origen de mitos, pero también son la muestra del raciocinio humano.
Adentrándonos en la selva brasileña encontramos a los Bororo, grupo étnico que en el momento en que fue visitado por Lévi-Strauss aún conservaban tradiciones de sus antepasados. El primer punto que analizó en esta tribu fue la dicotomía entre los alimentos cocinados y los que se consumen sin necesidad de ser calentados. Es innegable que para que sucediera lo primero, el hombre tuvo que asimilar que el fuego producía un sabor diferente en los alimentos; entonces comenzó a construir mitos relacionados con este elemento, dándole características propias, las cuales se asemejan a las dadas por otras tribus en diferentes regiones.
El trabajo de Levi-Strauss no se puede resumir en un solo libro, su obra es una telaraña que se entreteje en todas sus publicaciones, que se multiplica en cada uno de sus capítulos. Pero "Lo crudo y lo cocido" es una buena forma de acercarse a su labor antropóloga, es el comienzo de una aventura a través de la historia de la humanidad; es el comienzo de una aventura sobre nosotros mismos.
Reseña escrita por Alejandro Díaz, El Péndulo Zona Rosa
La intención del autor es probar la existencia de una lógica de las cualidades sensibles, dotada de leyes y mecanismos tan válidos como los que rigen el funcionamiento de eso que hemos dado en llamar razón, concepto que, si ha de ser de algún provecho, deberá en adelante aceptar este inesperado suplemento.
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