Es tan grande la figura del escritor Miguel de Cervantes que pretender encerrar su obra en el pequeño espacio de este libro parece una aventura imposible. Pero únicamente lo que se puede aprehender como un todo cobra pleno sentido; el marco de las cubiertas tiene sólo esa pretensión: poner los límites a un ensayo que quiere abarcar la obra de este inmenso escritor para acercarla al lector, para que pueda ver cómo su genio no sólo está en esa cumbre de la literatura universal que es el Quijote. Precisamente sus dos personajes buscaron otro libro que hablara de ellos para no hacer sombra a Galatea o a Lauso, a Persiles o a Sigismunda, a Preciosa o a Rinconete y Cortadillo, a la señora Cornelia o a Cañizares, a don Fernando de Saavedra o a Madrigal, a Chanfalla y la Chirinos o a Trampagos, a Pedro de Urdemalas o a Lagartija, a tantos, tantos otros personajes, o incluso a uno de nombre falso porque el escritor se negó a darle el suyo. Este ensayo se ofrece como una mirada al conjunto de una obra extraordinaria para que sirva esencialmente de invitación al lector a entrar en ese territorio apasionante que nos legó Miguel de Cervantes, en el que ni el tiempo ni el espacio tienen imperio.
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