A diferencias del Paris de Hemingway, el de la fiesta, el de la bohemia, Alan Riding sitúa su obra en el París de la ocupación nazi, justamente para preguntarse si es posible que una cultura florezca en un ambiente sin libertades políticas y, en particular, cual es el comportamiento de intelectuales, artistas, y escritores ante el poder en circunstancias extremas. Y siguió la fiesta, se balancea en el péndulo del imaginario francés, que oscila desde un aureola de resistencia en torno de la mayoría de los personajes de la gran cultura para luego ventilar las sombras colaboracionistas de numerosas personalidades de la época. Ridding, conocido en México por el extraordinario recibimiento de su Vecino distantes, ahora sigue la huella de franceses y extranjero que hicieron de Paris su cuna o su refugio, y lo mismo se acerca al actor Jean Gabin y al pintor ruso en el exilio Marc Chagalla, quien pone el acento en los intelectuales comunistas famosos por su espíritu rebelde: Sartre, Breton, Duras, Camus, Saint-Exupéry? para descubrir la llana humanidad de seres cuyo liderazgo les demanda un comportamiento ejemplar, trazando un dibujo de una singular complejidad.
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