Para el otoño de 1921, en Rusia se preparaba el festejo nacional de uno de los creadores más importantes de la historia: Fiodor Dostoyevski. Poetas, novelistas, familiares y amigos rendirían homenaje al autor que ganó la inmortalidad por libros como Crimen y castigo y El jugador. Pero la irrupción de la revolución y posteriormente la guerra, nublaron el horizonte literario.
Pasaron varios años, para que su hija Aimée lograra el propósito. Además de tener libros de relatos y novelas, decidió escribir un testimonio más humano, más entrañable sobre su padre.
Más que una biografía, es el retrato de Dostoyevski elaborado desde la intimidad. Aquí podemos comprender más sobre las convicciones que le hacían vivir, sus gustos, su personalidad y sus hábitos. Son fascinantes los apartados que dedica a su enemistad con Turgueniev y a su amistad correspondida con Tolstoi.
Aimée Dostoyevski confesó otro fin que buscaba con su texto, a la par que escapaba de la subjetividad: “Los detalles inéditos que doy en mi libro sobre la vida de mi padre pueden sugerir a los admiradores de Dostoyevski nuevos estudios críticos sobre sus obras”.
Francisco Goñi
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