Existe una dimensión de la realidad en la que no somos nadie y en la que no tenemos nada, por lo cual no hay nada que perder. Suena como un fracaso total, ya que nuestro ego siempre está intentando ser alguien y hacer esto y aquello. Sin embargo, resulta ser la máxima verdad, lo que es intrínsecamente así. En el momento en que vemos esta verdad benéfica y extraordinaria, y nos rendimos a ella, destruye literalmente todas las cadenas que nos atan.
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