A través de estos relatos, Rilke va apartando los fantasmas? que le asaltan en esos años clave de su vida: los de su distante padre, los de los seres que le acosan en la realidad de las academias militares, o esos seres anónimos y grises que cruzan las calles de la gran urbe desolada. La sensibilidad del poeta le arrastra de continuo hacia otra realidad. Va librándose, pues, el escritor gracias a sus cuentos juveniles de esos fantasmas? y para ello debe llevar a sus personajes a esas situaciones extremas que imponen la violencia, la prostitución, la venganza, o la muerte. En ningún momento la obsesión de Rilke por estos temas sórdidos implica una mirada única y realista. Hay en ellos, sí, esa lectura descarnada y muy dura de la realidad, pero sólo en la medida en que es reveladora del sentido de una piedad profunda que hay detrás de los hechos chocantes o violentos y que el ser humano precisa para sobrellevar la vida y salvarse.?
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