¿La literatura puede salvarnos? ¿Es posible creer en la existencia de letras salvavidas? Esas son las preguntas que laten en la escritura de Edson Lechuga, en su prosa que sangra, hiere y conmueve.
"Gotas de mercurio" es la historia de las múltiples huidas del letra-herido Sergio Bretón: de Pahuatlán al D.F., de la sobriedad a la embriaguez, del D.F. a Barcelona, de la realidad a la ficción, de la inocencia al nihilismo. Es la cruda confesión de la deslealtad fraterna y el testimonio de su tendencia suicida a los triángulos amorosos: Elisa y Martha, Lara y Diego, Dorina, Silvana... Cinco mujeres que son la misma mujer, una mujer que, como todos los personajes de esta novela, pide a gritos ser salvada.
Es la nostalgia de “otro lugar”, la “sed de infinito”, ese impulso nómada que nos promete la felicidad –o al menos escapar de la desgracia–, la que habrá de guiar el descenso del protagonista a los infiernos de la adicción, la culpa y la traición. Un infierno que es por igual una habitación de hotel, un cuarto de azotea, un piso compartido, una monstruosa y añorada ciudad.
Sobre los entrañables personajes de esta novela –y sobre el lector– pende la amenaza de un verso de Vallejo que sirve de epígrafe y leit motiv a lo largo de la historia: “Y si después de tantas palabras no sobrevive la palabra”. Pero la palabra, a pesar de Vallejo, y gracias a él, sobrevive: He aquí como prueba estas gotas de mercurio que arden y consuelan. -Juan Pablo Villalobos
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