En la noche del primero al dos de noviembre, el cementerio es muy impresionante. Las flores sobre las tumbas son muchísimas. Pero las velas encendidas sobre ellas son más. [...] Todo el cementerio, esa noche, es un gran jardín de fuego. El rumor de las oraciones de calor al viento frío. A media noche hay que comer y que beber. Y se bebe fuerte porque los recuerdos así lo necesitan. Caminando encontré una tumba fresca. Rezaban terminando el rosario. Me uní al grupo y respondí a la letanía. Cuando escuche "Consoladora de los afligios" miré al cielo, me dolió la vida, y di gracias por estar viviendo. Carlos Pellicer.
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