El sensible fallecimiento de una prostituta heroína, las cuitas del personal de un circo decadente, una mujer obsesionada con las prendas color blanco y otra que fantasea con un grifo de agua, dos amigos que comparten silenciosamente los favores de una mujer, entre otros, son algunos de los temas y personajes que rondan estas historias y permiten conocer el lado regio de la literatura. Los relatos elegidos para esta antología, arbitraria como todas, pero también objetiva y reveladora, pertenecen a escritores que dieron a conocer su trabajo de manera personal o colectiva desde un punto de vista estético y literario.
Los cuentos elegidos pertenecen a autores que pueden advertir sus señas de identidad de manera personal o colectiva desde un punto de vista estético y literario, como es el caso de David Toscana, Eduardo Antonio Parra y Hugo Valdés, que pertenecieron a un reconocido grupo literario de la ciudad: El Panteón. Es también el caso de Patricia Laurent Kullick y Dulce María González, quienes formaron parte de La Mancuspia. Gabriela Riveros, Mario Anteo, Roberta Garza, Felipe Montes, Ricardo Elizondo y Luis Panini por su parte, han desarrollado sus carreras literarias de manera individual. Hasta aquí esta justificación y el inicio de una esperanza: que el libro circule y sea leído, comentado, criticado; que sorprenda o decepcione pero se mantenga lejos de la indiferencia, como el olor al cabrito que se cocina en Monterrey.
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