Los pandilleros abandonan los circuitos que arman la vida corriente. Su figura prototípica es el muchacho de quince años parado sin descanso en el sitio de siempre en la esquina. Las reclamaciones de la vida de todos los días desaparecen, no los asedian los apuros de la eficiencia ni las urgencias de la productividad. El reloj, la pequeña pero portentosa máquina que disciplinó la modernidad, vre desquiciadas sus manecillas ante el ensimismamiento pandillero: el tiempo es su tiempo, uno puesto a margen de las convenciones sociales y adultas.
Nos preguntamos entonces ¿en qué clase de sociedad es posible el tiempo paralelo de la pandilla contemporánea?, ¿cuáles son las conexiones entre la sociedad de mercado y el conflicto urbano arrastrado por el universo pandillero? Tales son las interrogantes que aborda este libro.
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