EI abogado es uno de los personajes céntricos en la vida de la sociedad moderna, de un modo tan determinante como lo fue en la sociedad del pasado. Quien se desempeña en esa añosa profesión se ocupa en un quehacer que, en contraste con otras actividades de la sociedad que se plasman y evolucionan en el desempeño de cargos públicos u oficios privados, entraña una función que nace y se hace por sí misma sin que un cargo sea determinante al efecto. Incluso, el abogado define y hace surgir organizaciones ad hoc, que parecieran instituidas para él, como los tribunales, así como cargos ocupados en exclusividad, como Juez o defensor. Quizá sólo los médicos puedan lisonjearse, como los abogados, de laborar en organizaciones edificadas por ellos y para ellos.
Por tanto, esta obra tiene como objeto adentrarse, desde aspectos jurídicos y no jurídicos, al complejo entramado social y profesional donde funciona y evoluciona la profesión que quizá define mejor que ninguna otra la inevitabilidad de un personaje: el abogado. Cuando Max Weber profetizó a una burocracia ineludible, buena parte de sus premisas estaban descansando es su profundo conocimiento de los juristas, notarios y cuestores estudiados tiempo atrás. En efecto, esa burocracia siempre ha estado nutrida principalmente por abogados.
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