"Hic Bebetur": La obra de Rabelais
En la tumba del gigante Gargantúa se podía leer “HIC BEBETUR” (Aquí se bebe, en etrusco). Al nacer, debido a ciertas complicaciones en el parto, él mismo tuvo que salir por uno de los oídos de su madre y exclamó: “bebida”. Dio cuenta de su prematura sagacidad al inventar una manera originalísima de limpiarse por detrás luego de vaciarse las entrañas. Visitó Lutecia en una yegua acorde con su estatura, para la cual tomó las campanas de la catedral de Notre Dame y se las colgó al cuello; además, por si fuera poco, orinó tan copiosamente que inundó la ciudad y ahogó a doscientos sesenta mil cuatrocientos dieciocho habitantes solo “para reírse” (par ris, en francés) y desde entonces aquella ciudad se llama París.
La risa es el principal instrumento que François Rabelais utilizó en los cinco libros que ahora ediciones del Acantilado publica en español. Estas obras del siglo XVI nacieron para formar parte de los clásicos de la literatura universal; al lado de aquellas de Homero, Dante o Virgilio. La erudición es palpable en Gargantúa y Pantagruel, como buen humanista, el autor da un repaso a la cultura grecolatina y, más aún, a toda la que le precedió hasta ese entonces. A pesar de estos elementos, el lector puede comprender a la perfección de qué van sus libros; esa es la intención primaria de Rabelais, quien compara su narrativa con el hueso en cuyo interior se halla lo mejor: el tuétano. Así transcurren capítulos plenos de la jocosidad crítica de un autor que nos brinda personajes transgresores, glotones, borrachos y hasta irrespetuosos de Dios y del diablo.
La importancia de la obra de Rabelais ha sido perpetuada a través de las múltiples ediciones y traducciones realizadas hasta hoy; entre las que se cuentan versiones en checo, ruso, japonés, árabe, trece en chino, etc. Gargantúa y Pantagruel es un hito mundial que se resignifica en cada época. La obra preparada por Gabriel Hormaechea para Acantilado ya se puede contar entre las más importantes en nuestra lengua romance.
Para Victor Hugo, Rabelais era: “Esquilo cómico, Homero de la manduca, más grande que Aristófanes o que Dante”. ¿Qué más se puede decir? Nos hallamos ante literatura del más alto nivel.
«Reseña escrita por Gamaliel V. González, El Péndulo Perisur»
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