Escritos tempranos de Nietzsche
«La cultura viaja, no se está quieta» dijo Alfonso Reyes. La costa del mediterráneo, donde floreció la antigua Grecia, se expandió poco a poco a lo largo de mil años, primero gracias a las conquistas de Alejandro, luego por extensión del imperio romano. Hoy todo Occidente lleva en su espíritu la marca de esta civilización, del reino de los francos al de los hispanos, atraviesa las tierras eslavas y por fin llega a los reinos germánicos. Ahí, el siglo XIX concibió uno de los grandes exegetas del helenismo, ahora considerado como filósofo, Friederich Nietzsche en sus albores comenzó su carrera como distinguido filólogo.
El libro Ensayos sobre los griegos está compuesto por cuatro tratados, los cuales fueron escritos entre 1868 y 1872. Más que reflexiones independientes, los consideraría como suplementos a al Nacimiento de la tragedia. Las cuestiones versan acerca de tres temas diferentes: el primero sobre la política de Atenas; el segundo está dedicado a la «cuestión homérica»; el último, sencillamente, a la música.
A pesar de ser apuntes tempranos, quizá más cercanos a la literatura que a la filosofía, la fuerza característica de la juventud y el hervor atraviesan cada texto, como si se hubiesen hecho bajo una especie de frenesí. Comienza, pues, con El estado griego, donde analiza el concepto de esclavitud, somete a duras reflexiones el concepto de dignidad humana, lo cual desemboca en una dura esclavitud ejercida por la voluntad. En los estudios sobre Homero reclama reconocimiento para los filólogos; defiende las labores exegéticas de las obras antiguas; también propone una visión del espíritu creador, no como un individuo, sino como una totalidad. Finalmente, un fragmento inédito Sobre la música y la palabra discute los ensambles entre poesía y armonía, Beethoven y Schiller.
Hoy la antigüedad nos parece tan excitante y misteriosa, cada hombre en cada época se esfuerza por descubrir algo nuevo. Hasta hoy hemos buscado en las ruinas, en el lenguaje, en la escritura, el pensamiento, si los ánimos no perecen la voluntad seguirá sus indagaciones.
Reseña escrita por Irvin Payán, El Péndulo Perisur
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